En el momento del nacimiento, las dendritas son escasas y no están bien desarrolladas; se asemejan a las ramas de un árbol joven, pero a partir de los seis primeros meses de vida entran en actividad, a medida que el cerebro del bebé recibe mensajes sensoriales. El cerebro debe aprender a recibir esos mensajes y a transmitirlos de un área a otra.
El movimiento de ambos ojos se coordina entre los 4 y 6 meses; el bebé prefiere fijar su vista en contornos bien marcados y contrastes en figuras geométricas, objetos de diferentes formas, volúmenes y colores.
A los tres meses, el niño sostiene la cabeza y puede tomar objetos con las manos. A los seis meses puede sentarse.
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