Para analizar la estimulación múltiple temprana, debemos reconocer los cuatro elementos principales que la componen: el niño, los receptores, los estímulos y el medio ambiente.
El niño.
Antes del nacimiento, la influencia del ambiente está determinada por efectos ligados al medio de vida intrauterino a través de la madre, su alimentación, actividades fisiológicas, movimientos y estado emocional.
El niño es un organismo en constante cambio, con una programación genética de especie; naturalmente, con peculiaridades individuales. En su enorme capacidad de crecimiento, va desarrollando funciones en sus células que lo diferencian de otras especies y lo llevan a integrarse en ser humano.
El niño, no sólo responde al ambiente, es parte de ello y tiene la capacidad de modificarlo. Se trata de un sistema dentro de otros sistemas, que se estimulan entre sí.
La mayoría de los enfoques del desarrollo, aseveran que el período de la primera infancia es la base del conjunto de comportamientos ulteriores; lo que ocurra durante esta etapa, será fundamental para el desarrollo adecuado y la maduración de los niños.
Con la edad, el crecimiento permite la adquisición de nuevas destrezas que expanden el ambiente; por ejemplo, el dominio de la prensión, permite al lactante llevarse un objeto a la boca y conocer un nuevo aspecto táctil-bucal, que antes era sólo visual.
Las actividades que se observan al nacimiento, están en gran parte determinadas por el sustrato orgánico, marcado por la historia de la especie, la herencia del mismo individuo y los elementos propios del desarrollo.
La organización biológica del niño está adaptada para mantener una alta frecuencia de impulsos, de los sentidos a la corteza cerebral; así, la actividad visual es continua y los ojos se mueven sin cesar. Esto tiene por objeto buscar estímulos visuales e inspeccionarlos, una vez localizados. La constante búsqueda de estímulos, sirve para mantener las conexiones neuronales existentes y para establecer otras nuevas.
En la fase de su desarrollo, desde muy temprano, se observa un proceso de atención que se caracteriza por una disminución de la actividad motriz y la orientación de la cabeza y los ojos hacia el estímulo. Pocos meses después se añade el contacto y la manipulación de objetos. A esto último se le denomina actividad exploratoria; por ejemplo, el niño de cuatro meses se lleva, con frecuencia, los objetos a la boca. Se trata de las primeras formas de exploración táctil del ambiente, donde es requisito la coordinación ojo-mano-boca.
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