Se considera retraso psicomotor generalizado, el retardo en las cuatro áreas del desarrollo: motora gruesa, motora fina, personal-social y del lenguaje. Cuando el problema se encuentra en una de éstas, se denomina retraso específico.
Tanto en el retraso psicomotor generalizado como en el retraso específico, se presenta una desaceleración en el desarrollo del niño, al compararse con el normal esperado para su edad, condición socioeconómica y cultura a la que pertenece.
Cuando un niño presenta retraso psicomotor, este suele asociarse a funcionamiento intelectual debajo del normal, problemas de aprendizaje y de la madurez social durante el desarrollo.
El retraso psicomotor tiene que ver con el concepto de inteligencia, con la estimulación y con la capacidad de aprender.
Las causas del retraso psicomotor pueden ser enfermedades orgánicas que cursen con daño cerebral, deprivación social con carencia de estímulos ambientales; o bien, puede deberse a causas mixtas.
El retraso psicomotor se debe con mayor frecuencia a factores perinatales como la prematurez, traumatismos durante el parto y sufrimiento fetal, seguidas por las causas infecciosas. Entre más elementos negativos se combinen, es lógico que el retraso psicomotor será más severo.
Entre todas las patologías capaces de producir daño neurológico en la etapa prenatal, las infecciones ocupan el primer lugar en frecuencia como grupo. La severidad de las lesiones es variable, según el agente específico responsable, la edad del producto y la oportunidad con que se establezcan el diagnóstico y el tratamiento adecuados.
El tratamiento del retraso psicomotor se basa en la estimulación múltiple temprana, así como en el trabajo de las áreas específicas que el niño aún no domina y que debería realizar de acuerdo a su edad cronológica; por ejemplo, si el niño tiene 7 meses de edad y aún no se sienta deberán realizarse ejercicios para fortalecer los músculos de su espalda y, eventualmente, entrenar el equilibrio del tronco con ayuda de una faja ortopédica.
El retraso psicomotor es un problema en el que inciden factores biológicos, conductuales y sociales que interactúan entre sí. Es necesario determinar los más importantes para poder diseñar medidas de prevención. Éstas requieren de programas de salud pública, informativos y educativos que tomen en cuenta las condiciones de pobreza, los factores genéticos, prenatales, perinatales y pos-natales, que contribuyen a la alta frecuencia de retraso psicomotor.
La detección del retraso psicomotor como estrategia más factible debe incluir la identificación de anomalías biológicas, así como los datos relacionados con ambientes inadecuados. La importancia de concentrar la acción preventiva en los aspectos ambientales, radica en su fácil manejo y en la posibilidad de revertir y acelerar cambios, para atacar el retraso psicomotor. Las determinantes ambientales generadoras de retraso psicomotor, tienen que ver con la carencia de estímulos positivos, el reforzamiento de conductas indeseables y el empleo de estímulos negativos y de aversión para con los niños.
Esto, como se puede ver, implica que no se requiere gran inversión para estimular adecuadamente a un niño; fuera de la motivación para hacerlo y el conocimiento de las técnicas.
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